Me siento en la bici cada mañana y embebo mis pupilas y
oídos en los colores y melodías del paisaje, en esa música tan mía transito el tiempo
tarareando los vagos cantos de silencio que compongo. En estos siglos de vivir
soñando, soñar imaginando, imaginar viajando sin prisa y viviendo al unísono, conquistando con la
imaginación, y buceando mares adentro en busca de ese YO… erase una vez, que un
buen día llegamos a Brasil migrando desde el norte, en medio de la aventura más
adrenalinica de todo el viaje, saliendo de esa Venezuela inolvidable y amorosa
sin sellar pasaporte, para entrar sin paracaídas ni avión por la pista de
aterrizaje de un aeropuerto fronterizo donde un cartel anunciaba “Bem-vindos a
Brasil” y nuestra posición volvió a aparecer en el GPS… y nuestro corazón volvió
a trotar otra vez acompasado, agradecido.
Luego en una sucesión de pequeñeces, el asombro ante todo
lo que ya NO nos era cotidiano nos sorprendió en deja-vu… las estaciones de servicio con “servicios”,
la tecla de la luz que accionaba una bombilla, las heladeras funcionando y
llenas, los mercados embriagados de colores y productos, los cajeros
disponibles y con dinero, los bares abiertos y con clientes, las concesionarias
con vehículos en exhibición, la policía con menos ostentación de armas y casi
ausente en las rutas, y muchos etcéteras diminutos que se hacían gigantes y nos
embriagaron los días posteriores en este volver al sistema conocido
Tardamos (y tarareamos) 3 jornadas de pedal y calor por
territorio Brasilero hasta llegar a Boa Vista para encontrarnos con Denisse y Guilherme en otro
descanso de abrazo amigo, enarbolando la gran meta del amor a la vida.
La cuidad de Boa vista se nos mostró en su diseño moderno apostando a un gran
futuro, con esa previsión de crecimiento planificado invitándonos a recorrerla
a pie, en bici, o conducidos por
nuestros anfitriones entre juegos y risas multiplicadas, y abundante afán en
tender los puentes que saltan la diferencia idiomática, Ellos, poseedores de
esa paz interna que todo lo invade y relaja, nos abrieron las puertas y los
brazos y llenaron de admiración nuestros días en una muestra de cómo el deseo
supera las adversidades, de la fuerza de los sueños y la libertad así tan benévola
como estilo de vida de todas esas vidas… si, admiración sentimos, y otra vez ese trueque infinito y espontaneo.
Fito tenia razón, la alegría NO es solo brasilera, pero
definitivamente en este enorme territorio es una epidemia…Escuche por ahí que
antes que los portugueses descubrieran Brasil, el Brasil ya había descubierto
la felicidad… y para confirmarlo llegaron los días de carnaval, en nuestra primera
vez en esta comarca para estas fechas el uni Nos
encontró (por si todo ya no fuera suficiente) con Francisco y Livi (de
Maracaibo había pasado ya tantos km por nuestro calendario interno) para añorar
Venezuela y caminar juntos las calles de
celebración, impregnándonos en esa
muestra de que el júbilo y regocijo siguen siendo estandartes brasileros, que
solo es necesario que suene música y ellos inmediatamente hacen que el momento
sea una fiesta, y fluye la protesta
nacida de la alegría, y el desparpajo sin horario, y los disfraces por que sí,
y las generaciones todas mezcladas, y el calor en todos los momentos, y en la
sangre… gracias hermanos, por mostrarnos como casi todo se puede expresar desde
el festejo.
Nuestras monturas de acero tuvieron un día de spa en ese
lugar tan regio, donde nos trataron como celebres ciclistas…. Vecinos… igualmente
hicimos caso de nuestras insaciables inquietudes y nadamos en un igarapé
oculto, de aguas cristalinas en un túnel enmarañado de verdes y nos dejamos conducir por Guilherme y Denisse
en todo el deleite de la degustación del açaí en sus muchas versiones,
aprendimos que Quilombo es el lugar donde huyeron los esclavos, al igual que
los palenque en Colombia, y aun hoy preservan la cultura, el idioma, algún
territorio, etc… y ESTAN
Hace tanto que no escribo, días, siglos, kilómetros de
abstinencia incierta, estancada en paisajes que me abrazan entre nada y nada,
entre todo y todo… allá lejos y hace poco, un día partimos de Boa Vista… como costo dar ese primer paso, llenar las
alforjas de todos nuestros petates que andaban ya queriendo tomar parte de la
casa, llenar nuestros corazones del enorme amor espontaneo y sincero para no
dejar colar la nostalgia en esa despedida debajo del mismo “cajueiro” que fue
la contraseña del primer encuentro, para zambullirnos nuevamente en el mar tan
sugestivo del movimiento diario, otra
vez la infinita cinta gris que nos enlaza los primeros 100 km rumbo a Manaus fueron en ese calor inaudito
que desmaya la estabilidad, y ese cielo azul limpio y sereno, donde flotan
siempre nubes imperfectas en un fondo de recuerdos de pigmentos dispares
Nos cruzamos en la ruta con el periodista que nos entrevistó
en la frontera de Venezuela... otra vez la “casualidad” nos acerca la nota de
la que fuimos parte y que queríamos leer pero se nos había perdido en las redes
esquivas... y perseveramos con proa al sur con un promedio diario de 100 km que parecen
no acercarnos a la meta… que nos dimensionan un Brasil tan vasto que pone las
distancias casi siempre en 4 dígitos ¡colosal!!
Nos dejamos atravesar por el trayecto y aparecen las jacanas
verdaderas, las mismas que habitan en el humedal de nuestra casa y ya no vemos
a sus primas descoloridas revoloteando las lagunas, las garzas se suman y son
multitudes en cada charco y así se van multiplicando las aves con canto de
barítono y de los otros, a medida que nos alejamos de la gran sabana… o que nos
acercamos a la amazonia... las guacamayas en parejas pasan gritándose algunas
sugerencias, las garzas grises y los Martín pescador nos pintan de nostalgia el
alma, las María mulata que siguen siendo mayoría en todas las latitudes, los
muchos pequeños multicolores y
aquellas cigüeñas gigantes de cuello
negro que son sin duda las reinas de las zancudas y nos hacen vivir en Avatar
por muchos momentos. Y así, mientras nos
pasan los km entretenidos con los pajaritos, el verde de los arboles va
elevando su altura con disimulo, y en algún día sorpresivo las palmeras ya
dejaron de sobresalir en altura y ahora la mata amenaza devorarse la rodovia y
el cielo, los ruidos del interior de esa selva también se elevan bien alto… entretanto,
dormimos en los ríos una y otra vez probando playas de aguas cálidas, con
fogones de rutina y cielos colosales que regalan estrellas fugaces para
observadores asiduos
Van muchos días desde Boa Vista solo pedaleando… cada
jornada de muchos km con paradas de descanso al mediodía cubriéndonos del sol
en lugares elegidos, o que nos eligen… en la cinta asfáltica vemos restos de
animales exóticos (para nosotros) varios cocodrilos, víboras multicolores, oso
hormigueros y los carteles siguen anunciando ciervos que cruzan la vía
Los camiones nos pasan cargados de cadáveres de árboles
gigantes, pero bien gigantes!!! los
aserraderos son muchos y dejan al
desnudo el impacto en nuestros rostros
de ver que los troncos acostados para el trozado son más altos que las personas
que los fraccionan.. estamos acabando la selva, que tristeza esta
industrialización de semejante pulmón de vida, que inhumanas las quemas
inmensas que nos acompañaron los 800 km dejando extensísimos desiertos de negrura que
en algún futuro próximo serán campos de cultivo (o de monocultivo) y el éxodo
de animales desde el fuego hacia la ruta donde la muerte los alcanza también nos anuda las palabras… desde nuestro
transito bien lento pudimos ser testigos hasta de una masiva migración de ciempiés que desafiaba todo el
tramo cruzando la ruta en estampida desde las llamas hacia la promesa falsa del
verde en la mano de enfrente, todos esos minúsculos seres vivos nos ofrecían
sus éxodos como muestras silenciosas de
la calamidad de este mar de individualidad, racismo, odio, apatía, consumo y
desidia que nos envilece como especie
Cruzamos la reserva Waimiri Atroari como una experiencia
ancestral, como el punto culminante de este paseo por la historia de nuestra América,
en el vértice exacto donde todo aún sigue casi igual, la naturaleza libre, el
hombre habitando con poco impacto en sus costumbres viejas… llegamos a cruzar
los 130 km en las horas que la ruta permanece abierta, respetando la
exclusividad nocturna de los animales,
sin sacar ninguna foto, tal cual lo pedían los carteles y casi sin salirnos del
estado de sorpresa permanente. El calor húmedo invadiendo todas las
sensaciones, mientras el sol y las lluvias alternan las horas en este sauna
vivo, y así sigue el clima en los sucesivos días de amazonia hasta llegar
nuevamente al Ecuador en esta vuelta por nuestra América, la latitud 0 nos
saluda desde un simple monumento y grandes cambios en tan pocos km; desde la
ausencia de lluvias en casi una sequía que nos acompañó en el hemisferio norte,
a días de lluvia y sol pleno momentáneo, con altísima humedad a pocos km de la
línea divisoria, en un pase abracadabresco el nuevo hemisferio se volvió un
sauna que hace posible que hasta las piedras parezcan fértiles y como siguiente
etapa Puerto Figuereido es, con previo aviso, una parada rebosante de contacto
con la selva madre.
Nos detenemos completamente a empaparnos de verde y vida en
el gran pulmón del mundo… a dormir en el arrullo de mil ranas las noches de
plenilunio de marzo, a lavar el aura en las lluvias de todos los días mientras
intentamos descifrar como el agua de los ríos e igarapés se torna tan roja conservando
la transparencia y limpidez, asistimos a las cosechas matutinas de açaí por el grupo especializado de guacamayas de la
palmera vecina, el amanecer sonoro de la selva en tan alto volumen (alcanzado
por los más© diminutos seres que la habitan) caminamos la floresta oscura, de
pisos acolchados que permiten hundir cada paso sin dejar huella (aunque el
hombre como especie insista en NO pasar desapercibido) y otra vez no pudimos plasmar en fotos la
magnificencia del derredor pues ninguna lente satisface la comparación.
El uni puso en nuestra entrada 2 amigos maravillosos que nos acompañaron en este aprendizaje Daniel y Paulo, que ya quedaran por siempre en nosotros como el más entrañable recuerdo del lugar… además de ocuparse de nuestro bienestar ellos nos motivaron y acompañaron a trepar las cuestas, a seguir las huellas, a leer la selva, a mirar en esa saturación de clorofilas y gruñidos… a ver! , juntos Intentamos slack-line en plena amazonia y nadamos en el agua helada de las cachoeiras escondidas
El uni puso en nuestra entrada 2 amigos maravillosos que nos acompañaron en este aprendizaje Daniel y Paulo, que ya quedaran por siempre en nosotros como el más entrañable recuerdo del lugar… además de ocuparse de nuestro bienestar ellos nos motivaron y acompañaron a trepar las cuestas, a seguir las huellas, a leer la selva, a mirar en esa saturación de clorofilas y gruñidos… a ver! , juntos Intentamos slack-line en plena amazonia y nadamos en el agua helada de las cachoeiras escondidas
… un buen día comenzó la temporada de sorpresas, esa noche
de corridas violentas del camping nos despertaron, entre gritos y amenazas de
muerte arrancamos la jornada varias horas antes del amanecer navegando
sensaciones feas, pero todo pareció ir mejorando en el transcurso de las horas…
la promesa de una caminata por la mata
cerrada para llegar a una cachoeira se hizo realidad, para ver más íntimamente
esto que tanto nos seduce… la amazonia viva, mas luego la segunda sorpresa nos mostró
que la cuenta del banco ya no tenía $$ y nos fuimos a dormir en la incertidumbre
… con esta carga comenzamos el nuevo dia preparando
las bicis para partir hacia Manaus y
saliendo, a tan solo 8 km nos chocamos la tercer sorpresa, el celu del Doc
ya no venía con nosotros… las
sensaciones se suceden en desorden, casi todas desagradables y vertiginosas…
todo esto viene coronando una seguidilla de pérdidas materiales de los últimos
días que estallan juntas en una búsqueda del tan mentado “porque” sin
respuestas
En este entorno interior, continuo el viaje, la mata de fábula
siempre a los lados de la ruta, el calor bien húmedo que logra sacar lágrimas
de sudor a las partes más improbables del cuerpo y las lluvias torrenciales
sorpresivas que te recuerdan por minutos que esto es “la selva” también…
Algunos crepúsculos más... y llegamos a Manaus
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