La Ruta

sábado, 8 de septiembre de 2018

Balconeando la mitad del mundo - Ecuador




Perú quedo atrás e ingresamos a uno de los países mas pequeños de Sudamérica. Luego de un rápido tramite fronterizo comenzamos a pedalear nuevas costumbres, nuevos modismos en el lenguaje y nuevas sensaciones en esta parte de “la América” nuestra. 



Desde los primeros metros, este  país nos puso un manto grueso de nubes que  impide ver la posición del sol, como el mas notorio cambio después de la frontera, el mismo cielo gris que todas las horas nos acompaña, de a ratos con llovizna, en la monotonía repetitiva de una cúpula homogénea y sin destellos…  todo el viaje por Ecuador es teñido de grises, el cielo uniforme y sin estrellas, la luna ausente en todo sus ciclos, las fotos desteñidas por lloviznas.
El paisaje externo cambio radicalmente pero el interno continuo igual,  fortalecidos por la alegría de un pronto reencuentro, con nuestra familia viajera que nos espera un poco mas adelante…
Los pueblos se sucedieron en este camino,  Arenillas pegado a la frontera, Santa Rosa, Machala , en este trayecto nos encontramos con continuas plantaciones de Guineos que se extendían a ambos lados de la ruta y se perdían en el horizonte como un mar de verdes y grandes hojas que se agitaban con el viento y  nos dejaban presa la vista en su exoticidad frondosa…  en algún momento nos hizo señas uno de los tantos seres que estaban en la cosecha, Javier, invitándonos a ser parte, a poner todos los sentidos en ese cultivo tan novedoso, de una fruta que fue la primera que comimos en nuestra mas tierna  infancia.
En pocos minutos saludamos a todos y nos fuimos a recorrer los lotes embarrados, paseamos por todo el proceso, desde el desarrollo de las plantas a la cosecha de guineos (así se llama aquí a las bananas) para exportación, con explicaciones y demostraciones practicas que saciaron ampliamente nuestro desconocimiento. Allí aprendimos que  plátano no es lo mismo que banana, y siendo éste uno de los productos básicos de la alimentación de la zona, se lo llama directamente “verde” o “maduro” dependiendo del estadio en su maduración, se come hervido, frito, a la parrilla y de relleno de mil preparaciones, y es parte del desayuno típico (café con bolon de verde).











En Naranjales nos hospedamos en el cuartel de bomberos donde nos recibieron muy amablemente y fuimos invitados a  tomar un  “Morocho” bebida a base de maíz y leche tibia típica de estos lares, para terminar el día.
El camino prosiguió con destino Guayaquil, la gran ciudad, esa que se nos dibujaba en altísima contaminación auditiva como las urbes anteriores que atravesamos… y zas! el sello en el pasaporte no solo abarcaba cambios en la moneda en curso jaja, también las costumbres citadinas se manifestaron notorias con bocinas ausentes, transito ordenado, una gran ciudad silenciosa y casi vacía que disfrutaba y ofrecía su silueta en un día festivo.
El río Guayas traspasa la ciudad de Guayaquil y en toda la zona de costanera nos mostró inminentes semejanzas con nuestro querido río marrón, y allí quedamos absortos en contemplaciones que se acurrucan con recuerdos, en sereno disfrute de una esplendida tarde soleada


Pasamos en nuestro avance frente a un lugar que nos gusto mucho, y entramos, y como nos gusto aun mas, nos quedamos un par de días a descansar o a vivir el paisaje aun mas lento, mas estático… hasta que partimos de Parque Lagos  luego de un asadito de ritual y siempre siguiendo la ciclovia que escolta la ruta de pueblo en pueblo en las incontables subidas y bajadas que no permiten a la ansiedad la visión de un panorama extenso de los Km. hacia delante,


 La ruta costera que hilvana las playas de Ecuador se llama SPONDYLUS que es el nombre de unas caracolas que en un tiempo los Incas usaron como moneda de cambio, esa serpenteante cinta gris  comploto con el tiempo y el cansancio de nuestras piernas para que la parada de descanso de la tarde la concretáramos bien lejos de poblados ni caseríos visibles, y en medio de esa soledad concurrida de tanta vegetación, justo en una de esas sincronías que tanto nos atrapan en desconciertos, apareció  Paola que nos invito a la finca de sus padres allí detrás del verde por un caminito de cuentos… y una vez que atravesamos las puertas otra vez la magia del encuentro genuino nos ilumino las horas, las anécdotas rodearon la mesa entretejidas por la novedad del mate y las exquisiteces culinarias que la mama preparo en algunos pases mágicos … y su familia también se hizo nuestra, mientras un hada pequeña nos lleno de abrazos de esos que te pintan colores bonitos, la pequeña Lili con su afectuosidad y su luz ilumino la escena y acaramelo nuestras sonrisas.


En la mañana emprendimos camino hacia Baños en el convencimiento de el encuentro de cascadas y lugares maravillosos, pero resulto que esos eran otros Baños, se nos habían confundido las rutas en la prolífica cantidad de destinos que nos tientan…   entonces seguimos rumbo norte hacia la tan mentada playa de Montañitas, a casa de una ciclista que nos recibió en su hogar en el placer de las charlas y los sueños compartidos de viajes por venir.
En este lugar nos deleitamos con uno de los mas imponentes ocasos en el Pacifico que hayamos tenido, (y el único desde que entramos a Ecuador) mientras el mundillo de surfistas desplegaba toda una serie de actividades tan propias de esta tribu.









LA RUTA al norte de montañitas va sorteando sencillas aldeas de pescadores, con sus esbeltas embarcaciones varadas en la arena, los hombres reunidos en los frentes de las casas tejiendo redes, los motores fuera de borda colgado de sus caballetes, el calor, los niños jugando mientras las mujeres preparan maduros en sus variadas versiones…. Y cada mañana hacen sus jugadas… cada jornada avanzan sus peones hacia el mar como lo hacen desde milenios atrás los navegantes de esta zona.
Estos pescadores encomiendan el futuro de sus familias a la fecundidad de las redes que siembran en el mar.





y en este deambular lento, enamorados del paisaje, tuvimos nuestro primer avistaje de ballenas... en su juego vespertino con la cría nos dejaron a pleno suspiro de emoción 

                                       


lunes, 3 de septiembre de 2018

El Peru del Pacifico




Y un buen día estábamos en la costa de Perú con la Panamericana en la mira, habíamos descendido desde casi las nubes hasta el  nivel del mar con las ansiadas consecuencias de rico calorcito (caloooor) y rutas mas planas para nuestros corceles de aluminio… y entonces la bandera a cuadros se arremolinaba para darnos paso a rodar los siguientes 1800 km hacia el norte,  en camino casi recto hacia la frontera con Ecuador, siempre bordeando el mar a nuestra izquierda y con el enorme desierto desmoronándose desde el otro costado sin ningún verde… solo algunas esporádicas casitas esparcidas en esa infinidad horizontal vestidas con dunas.  
Después de muchísimas horas e incontables vueltas de pedal,  llegamos a Ica y la ciudad bulliciosa  rompió el embelesado letargo silencioso del desierto, habíamos pedaleado ese paisaje inmenso de arenas en movimiento por casi 2 días,  dormimos en el mismísimo desierto con muchos grados menos de temperatura y un cielo espolvoreado de estrellas que tentaba a congelarse fuera de la carpa hasta la madrugada tomando fotos del show del cosmos…






Y luego, en otro giro de la tierra,  pasamos por el oasis de Guacachina, (el destino tan nombrado) lo encontramos escondido entre mullidos medanos dorados que lo circundan como una corona sin ornamentos, como ensalzando lo exótico de todo ese verdor en medio de la aridez extrema, el agua como fuente de vida custodiada por altos, altísimos medanos multiplicados, colosales… un oasis de esos que siempre fueron exclusivos del Sahara en mi imaginario infantil, así tal cual!!






Cautivados por las visiones de esta columna vertebral de Perú, continuamos deslizándonos en la panamericana hasta Paracas, al maravilloso encuentro con el pacifico océano Pacifico, poblado de pelícanos, fragatas, canoas pesqueras en oscilante descanso y los anfitriones lugareños que superan la fraternidad  esperada y para cerrar otro día espacialísimo caminamos playas por primera vez en el occidente de este continente occidental, transcurrimos el día en curiosidades y pernoctamos la noche en ese blanco arenal con mantras de oleaje suave y el regalo extra de  un ocaso lleno de color






Luego Pisco y el otro paisaje, los grandes fundos de capitales extranjeros como antitesis de los pachwork coloridos que poblaron nuestras vistas de la costa del Titicaca, ilimitados terrenos de arena yerma y árida que se convierten a fuerza de fertilizantes y riego automatizado en zonas de producción tecnificadas con el aspecto exterior hermético de una zona restringida de la Nasa
Los inacabables paredones no logran ocultar del todo los viñedos interiores que dan la materia prima a los renombrados piscos peruanos




Y el ruido de las ciudades siguió en aumento, cuando llegamos a Lima la contaminación sonora de esta metrópoli nos sobrepaso, las motos de triciclo en su loca carrera contra el tiempo transitando las calles sin reglas, el transporte publico que se publicita a los gritos en plena circulación y con paraderos hasta en doble y triple fila, los vendedores ambulantes vociferando en puja sonora para ser escuchados en este babel de lenguajes…
Lima fue caos y bocinas, trafico y bocinas, autopistas y bocinas, multitudes y bocinas, oferta inenarrable de gastronomía y mas bocinas, inseguridad, rejas y bocinas, todo bajo un cielo en  amenaza de lluvia  permanente que se termina quedando igual siempre, nublado y húmedo… decanto en que la meta primordial instantánea fuese salir de allí hacia la quietud de la cinta asfáltica y aun en esa urgencia nos tomo mas de un dia cruzar esa perenne vorágine.
Seguimos camino al norte  por paisajes que son escenarios perfectos de la película Mad Max, en ese tiempo apocalíptico marcado por  la escasez de agua y el caos (puntualmente la basura dominando el desordenado entorno)
En una placida sinfonía de erosión sin tiempos llegamos a Chiclayo  alrededor del mediodía con un sol apasionado cubriéndolo todo
En la visita a la bicicleteria para comprar repuestos, conocimos a Carlos y fuimos honrados con el agasajo sincero de ser parte de su hogar y allí estaba toda esa gente maravillosa con historias que se cuelan hondo.





Santa rosa fue… encontrar EL LUGAR, así…apareció en el camino y fue amor a primera vista, ese poblado tan pequeño, genuino, quieto, real desde todas las manifestaciones, mostrando su esencia con total desparpajo…
Escuchamos las historias, conocimos algunos pobladores, fuimos al mercado, miramos el mar desde todas las posiciones del rey sol, tuvimos uno de los ocasos mas rojos de este viaje-vida,  adoramos esa playa protagonista absoluta de la actividad, el comercio y el ocio, codiciamos la habilidad de los pescadores artesanales que montan esos “caballitos de totora” atravesando las olas bravas para pescar como se hace desde la época incaica… nos deleitamos con cada momento de esta visita que nunca estuvo en nuestros planes
Luego fuimos a visitar el pueblo que era el destino original de este pedaleo, un primoroso Pimentel que no logro empañar la euforia de lo vivido en Santa Rosa















 Pedaleando tras los pasos de la historia, estuvimos decidiendo sobre una lista enorme de lugares que “queremos ir si o si” visitando el testimonio pre inca, en un viaje mas y mas atrás en el tiempo que atestigua los legados de tantas civilizaciones que empiezan a salir a la luz.
En esa selección tan sentida, no paramos en la señora de Cao pero nos fuimos a Ferreñafe y el bosque de Pomac, (pedaleando por la ruta con una garza que me acompaña lento por varios km) para ver el reciente descubrimiento (año 1991) arqueológico de las mas de 30  pirámides de adobe de la cultura Lambayeque, que estan aun en plena excavación y no son visitadas por el turismo.
En uno de esos monumentos fue hallada la tumba del señor de Sican con mas de 1200 kg de reliquias de orfebrería en  oro, plata, cobre, piedras semipreciosas, etc. en un ajuar mortuorio que se mantuvo escondido de los saqueadores muchos metros bajo tierra…
En la solitaria pedaleada de incursión silenciosa por el lugar (siii siii, pudimos entrar pedaleando ¡!) jugamos a  imaginar la historia, formular preguntas incontables que luego deberíamos responder buscando información, enorgullecernos de sentirnos parte de este continente tan antiguo que nos dijeron era joven, observar los mismos paisajes que quizás estaban en aquellos tiempos, admirar una vez mas la estrategia de las construcciones, el mosaico increíble de los millones de ladrillos de barro que componen cada pirámide y respirar ese silencio de horizontes tan lejanos…








Y luego nos encaminamos hacia la cuidad de Lambayeque para visitar el museo del señor de Sipan, que suena casi igual al anterior pero es otro, perteneciente a la cultura moche cuyo descubrimiento marco un hito importante para la arqueología del continente americano pues fue el primero  que se hallo intacto y sin huellas de saqueos, alrededor de los años 90. Un entierro real de marcada magnificencia y majestuosidad que se desenterró con los aportes de la tecnología actual y es similar en importancia con el ajuar de Tutankamon, en Egipto
Ya esta cultura tenía en su cosmovisión la dualidad complementaria, que luego tanto admiramos en los incas, y estaba representada en sus dioses principales (el sol y la luna) y en varios artículos de la orfebrería y la cerámica


Piura fue la magia de la conexión entre seres humanos, cuando todo fluye… luego de un cambio de planes inminente que nos regalo cruzar el desierto de Sechura y algunos  problemas técnicos con las bicis en la ruta, nos encontramos en una anécdota inolvidable de esas postales de sensaciones gratísimas que se graban en el mapa del alma







Mancora significaba en el mapa la primera playa “muy” turistica de Peru, y en nuestra expectativa el  reencuentro con Talita y Elvis, que desde Cusco venían unos días adelante en sus bicis, y además llegar al norte de este larguísimo país
El paisaje completo fue desde el principio tan acogedor! El sol reinando todas las escenas acompaño los abrazos, la playa interminable nos regalo charlas y juegos y el ultimo cualquier día de estadía resulto ser el “día del amigo”  y nos sorprendió con la llegada de Santi para sumarse a cruzar juntos los siguientes Km. de otro pais que rodamos en esta travesia. Despedidas y encuentros que se suceden en el movimiento permanente de este vivir meneándonos hacia sitios aleatorios.
Partimos de Mancora en la renovada novedad de ser tres otra vez, uniendo playas que casi son ininterrumpidas, con palmeras elegantes a montones, sol intenso de la cercanía al centro del globo, y calor… mucho calor de ese que tanto anhelábamos en la altura del Cusco.



                                     
 





Zorritos fue el lugar elegido para encontrarnos con Giancarlo y familia, tras un par de intentos anteriores no consumados, este otro paraíso de playas y calor, relax y juegos culinarios, se transformo en casi 2 dias plenos que luego descubrimos que no transcurrieron en Zorritos sino en otro pueblo de nombre desconocido .
Otra vez fuimos huéspedes de esos seres maravillosos que se acercan con los escudos abajo, en la franca alegría del compartir, de intercambiar experiencias, de enseñar lo propio con orgullo y enriquecerse enriqueciéndonos todos, de constatar que lo bueno realmente sucede aunque no aparezca en lo medios de (in) comunicación








Cuando de repente, en una sucesión de ciudades que nos tentaron a seguir camino, salimos de Perú varios días antes de lo planeado y en los últimos tramos predomino la dolorosa visión de grupos de venezolanos en pleno éxodo, caminando hacia cualquier destino que los aleje de su tierra…



 Y terminando hablemos de lo sabroso… me encanta comer, como sin culpa, como con curiosidad, como con ganas y en pleno uso de todos mis sentidos, para mi la comida es un ritual que va mucho mas allá de la alimentación y entonces, la gastronomía peruana, una de las mas ricas exquisitas y variadas de América toda, puso en alerta todo mis sensores de novedades

Aquí dejo una lista de los platos que mas impactaron (por la razón que sea)
·        Cuy al horno… se come compitiendo en la pericia de encontrar el zorrito (como nos enseño Hans)
·        Champú con pachanga (típico del norte)
·        Sudados (de diferentes peces)
·        Tejas de chocolate (típicas de Ica)
·        Leche asada
·        Ceviches (de lo que se te ocurra y en todos los horarios)
·        Menestra, que lo acompaña todo
·        Churiucho (plato típico de Cusco)