En el después de Salta
Un buen día, cuando la necesidad de movimiento nos tentó, abandonamos Salta y empezamos en este rodar menos numeroso… se quedo allí el 50% de nuestra familia viajera en la algarabía de una despedida llena de anécdotas. Y partimos… con todas las alforjas llenas de hojas de ruta, siempre rumbo norte nuestros corceles de aluminio se expusieron al tremendo sol de cada día en una cinta asfáltica que nos arrullo entre subidas y bajadas por numerosos diques, en rectas como tajos en el paisaje, curvas imprevistas para el cambio de escenario y la predominante subida que ponía a prueba nuestro control de ansiedades todo el tiempo.
Los pueblos desfilaron lentos, silenciosos, de gente muy amable y siempre como sesteando, tranquilos y de construcciones bajas mimetizadas en los colores del entorno… paramos mucho a sacar fotos, (que luego no satisfacen lo que quisimos reflejar), y en este presente continuo de la inercia del movimiento, nos sorprendió en estas coordenadas nuevamente la yunga indomable, majestuosa… sinuosa en el laberinto de cemento que nos conducía hechizados, a respirarla con todos los poros… tras esa meta inexistente que es solo una excusa para dejarnos acunar por el azar y transformar cada punto del mapa en una anécdota.. seguimos con las alas desplegadas flotando en las térmicas del asombro con la sorpresa a flor de piel y presos de este enamoramiento del camino, del aquí y ahora que no envejece.
Y así
como jugando, llegando a Jujuy (luego de un poco mas de un día de marcha) la
inclinación del terreno se fue haciendo mas notoria para nuestras piernas y sin
dudarlo mucho, decidimos no entrar a la ciudad capital, pues el transito era bastante caótico en el
camino de circunvalación y luego, en otra decisión a pleno pedaleo, en Yala
hicimos caso omiso al llamado tentador de conocer las lagunas, ante el
intimidante numero que aparecía delante de la sigla MSNM…
Pedaleamos
hasta quedar extasiados en Volcán en aquel largísimo mediodía, charloteando con
las tejedoras del poblado, escuchándolas en esos saberes antiquísimos,
aprendiendo… (y yo) perpleja ante la asombrosa certeza de haber estado allí
antes, mucho antes y no tener ese recuerdo hasta ahora. Mientras el sol paseaba
lento por la tremenda cúpula celeste, vimos
teñir la lana recién hilada con remolacha, y enredados en los relatos
observamos los resultados de dar colores con duraznos, peras y demás elementos
que la huerta provee.
Seguimos
la tarde rodando en una línea con inclinación ascendente, que variaba de
leve a “bastante inclinada” con
descansos recurrentes disfrazados de contemplación de paisaje hasta festejar la
caída del sol en Purmamarca, con su plaza de estallido de colores descansando
al pie del cerro.
Los últimos
Km. fueron a pleno uso de nuestra tozudez, empujando los carruajes con la sola
fuerza de la voluntad, exhaustos… y plenos de satisfacción!
Luego de
incontables horas de sueño, que se sucedieron velocísimas, el día posterior se
presento con el interrogante de continuar la travesía hasta Tilcara o quedarnos
a descansar un día más como lo reclamaba cada músculo del cuerpo…
La meta
estaba tan próxima, el sol prometía pintar brillos en toda la paleta que los
cerros desplegaban… y, además, los primeros 3 Km. eran en bajada y nos llamaba
a lanzarnos sin mover las piernas en esa velocidad que el viento te canta muy
alto en los oídos y te peina prolijito para atrás… nos fuimos…
Al
poquito rato las curvas nos destaparon la paleta del pintor, en Maimara y fue
la vacuna instantánea que borro los restos de cansancio, transformándolo en
pura algarabía y en esa plenitud agradecida, llegamos a Tilcara con el sol bien
arriba de nuestras cabezas.
3 comentarios:
Que felices se amontonan las palabras, chicos, un sueño bien despierto. Las fotos son preciosas no les bajes el precio. Los sigo palmo a palmo desde donde la vida me va llevando. Los abrazo fuerte en cada curvita. Meta quebrada nomás! Diego (hoy desde casa Concepción del Uruguay).
Holaaa DIDI un abrazo enorme y venite asi pedaleamos juntos,( despei y doc desde su casa de caracol)
Maravilhoso seu blog. Comovente e inspirador. A sutileza dos pequenos detalhes. A magia da Natureza. Amei ter conhecido vocês e me sinto honrada em estar com você nessa foto. Boas estradas, amigos queridos. Saludos desde Brasil . Beijos! Fátima Ribeiro, a motoqueira brasileira hehe
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