Con ese tilcareño sol de viernes
brillando sobre todos los colores de los cerros, en la transparencia perfumada
de este amanecer neblinoso que se fue diluyendo en polvo y piedras, nos
vestimos de cebolla y salimos con las sonrisas como estandarte a hacer
fotosíntesis de paisajes sin camino, de direcciones sin registros, de huellas
como ríos de piedra o ríos de piedra como huellas, bajo ese azul irreal e
infinito cubriendo la cúpula, de cara o espaldas al sol durante todo su giro
por este lado del globo; con Ines y Juli completando el cuarteto de ascenso
lento, solo musicalizado por las expresiones de asombro en el idílico plan de
llegar casi al cielo, cerquita de Abra corral…
En plena amalgama grupal, ya en las
afueras de Tilcara, se unieron al grupo 2 expertos guías de montaña cuadrúpedos
de caracteres dispares… un eufórico y ansioso joven que no disimulaba su interés
en apurarnos el andar, “Batata”, y Oscar W., que enseguida nos dejo
boquiabiertos ante sus demostraciones cursis, se mostró todo un (poeta) sensible y romántico de modos afectados
inusuales para un can… y nos fascino!
El ascenso se inicio duro, acompañado de los colores de los cerros, con curvas que dejaban atónitos ante el cambio del paisaje y sus colores y aromas, y eso fue lo cotidiano durante las primeras siete horas de andar. La sola variación de la luz del sol nos pintaba en destellos nuevos escenarios.
Perplejos, ante la presencia de construcciones en medio de esta nada tan habitada, que mostraban parte de la cotidianeidad de la zona, las piedras simulando madera nos mostraron vestigios de antiquísimas plantas, y con la imaginación lanzada giramos en pleno rol de Indiana Jones en búsqueda de mas y mas.
La aridez extrema cambia
bruscamente ante la presencia de apenas algún hilo de agua que brota de no se
sabe bien donde, generando una explosión de vida verde, que a los 3700 msnm nos
sorprende hasta con ÁRBOLES!!!! Y ahí cerquita, en apenas unos metros mas, el
terreno yermo vuelve a ser lo cotidiano, exhibiendo otras múltiples expresiones
de vida: plantas que parecen musgo (pero áspero) espinas que se multiplican en
todas sus ostentaciones, hojas rígidas de bordes filosos, cactus en toda la
diversidad de presentaciones que podamos pensar, flores de papel que brotan de
arbustos, otras flores camufladas de langostinos, y muchas mas… y todo ahí
bajito, como si nada se atreviera a superar los 30 cm, puesto que ya ni los
cardones se animan a esa distancia del nivel del mar… y cuando uno
deja de mirar y empieza a ver, aparece la vida animal … serpientes, lagartijas,
pájaros, escarabajos, hormigas, y hasta el soberano vuelo del cóndor.
En este diáfano espectáculo
andante, llegamos a los 3860 msnm, a una meseta irreal en el techo de los
cordones montañosos, (cual si aterrizásemos de repente en algún planeta
cualquiera), que nos amplio el horizonte
en muchos grados… alli descubrimos las nubes, mas abajo que nuestras pisadas,
contenidas en amenazante avalancha atrincheradas tras esos pequeñísimos picos
que se asoman a la altura… y cuando toda esa quietud impresa de movimiento se esparce en fuga hacia
nuestras retinas, nos re-descubrimos en cada costosa inspiración, en una
planicie salpicada de grandes rocas redondas cual pelotas, como esparcidas por una maquina enloquecida en
todo el terreno.
Caminamos cerquita del cielo por
mucho rato, ya finalizado el recorrido que nos respaldo el GPS, siempre recto
sobre el tímido senderito de piedras y después de 8 horas sin señales ni “avistaje”
de humanos y ya sin referencias textuales de ningún tipo… a pura confianza en
encontrar el destino, y si… vislumbramos el inicio de la bajada… una Z
perpetuada en la ladera como trazada por un “Zorro” muy ególatra, y allá lejos
en el fondo… el poblado!
Luego el ballet estable de cóndores de bienvenida
al crepúsculo, nos giro mas y mas cerca, ocasionando ráfagas de disparos
fotográficos (todo siempre musicalizado por exclamaciones, claro) en una
algarabía que pudo pasar a segundo plano por un largo rato los pies cansados de
pisar terreno movedizo, las rodillas ardientes de tanto soportar el peso del
descenso y la proximidad del ocaso que nos dejaría expuestos al frío en esa
distancia tan incierta.
Nuestros pies acompañaron a la
tierra en pasos inestables por varias horas de reloj con el caserio tan cercano
como distante, allá debajo esperándonos a que terminemos de zigzaguear… nos
fuimos callando para reservar energías, sacamos linternas para reemplazar el
sol, mientras Maimara allí debajo se encendía en una huerta de foquitos que trazaban líneas imaginarias
que alinean el transcurrir de la vida de tantos… y de a poco cada uno entablo
su lucha interna para mantener la marcha cada vez mas lenta, vibrando en un
humor positivo y al fin… tras 11 horas de caminata casi ininterrumpida
alcanzamos la paradoja de asomarnos en plena noche por las espaldas de la
Paleta del Pintor.
1 comentario:
Cuanta energia! Wowwww esas imágenes! Mítico! Adore toda la paleta de tonos con la armonia de la naturaleza en todo su esplendor! Lili abrazo enorme son muy grosos, feliz dia, feliz vida donde quieran que estén. Me imagino el cielo de noche en donde estén y me hace feliz! Esa sensación de estado puro, absoluto... libres! Felices Constelaciones Infinitas con Amaneceres inigualables! Mas los mas romanticos Atardeceres los acompañen en esta ruta viva a todo pedal! Besos
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