La Ruta

sábado, 19 de enero de 2019

La Ruta


Ese lugar donde transcurrimos y nos transcurre gran parte de este viaje-vida, me invita  en lo cotidiano a meditar, a observar y observarme, a descifrar la incógnita de la geología y la geografía que me envuelve, a agudizar mis sentidos, a sintonizar mis latidos con el canto de los pájaros, a saludar en cada mariposa a algún ser querido que se acerca, a inventar catálogos de “verdes” para pintar en mis retinas la variedad de la flora, a buscar en las nubes los diseños imposibles, a escuchar la música de ese maestro silbador llamado viento…
Así tan mínima, esa que a simple vista se desliza como una menospreciada y monótona cinta gris que traspasa limites mientras me aleja o me acerca… conduciéndome entre perecederas líneas blancas hacia destinos con nombres propios… ella, la ruta, la vía, la pista, la carretera, la trocha, va cambiando su denominación después de cada frontera y me guía a hilvanar anécdotas inolvidables
Ella, en sus promesas de ascensos sigzagueantes que te hacen temblar las piernas casi sin mover el velocímetro o de sorpresivas bajadas adrenalinicas a puro grito, nos pasea por los climas mas variados y es tema de conversación y consulta antes de cada nuevo tramo.
En sus mobiliarios agrestes es permanente anfitrión de encuentros imborrables, con otros viajeros, o campesinos que se hacen eco de la aventura, o transeúntes curiosos que regalan sonrisas y frases de aliento, poniendo el espacio y ese umbral de tiempo ilimitado que permite a todos engullirnos en el aquí y ahora
A menudo la ruta se enlaza con los hilos del pensamiento para conducirme puertas adentro a paisajes mas conocidos, mas sentidos…  me suele permitir dar rodeos para llegar por algún punto cardinal diferente, a  mirar los océanos de mi vida con otra luz y tal vez, algunas horas pasan en Narnia pedaleando sueños, charlando conmigo mientras tarareo las canciones que se vuelven pegajosas …  hasta amigarnos mas con algunos de los tantos seres que nos habitan












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