La Ruta

sábado, 18 de mayo de 2019

Colombia......2



Desde este lado de la frontera cada persona nos encomienda a dios, cada cual al suyo, que es uno en amor… y así con la protección de esta energía, vamos hilvanando paisajes geográficos y de los mejores paisajes humanos y  sin proponernoslo vinimos  a conocer Buga.. colonial, caluroso y encantador, con una plaza central con arboles centenarios que dominan la vista del lugar, un pueblito fuera de nuestra ruta que se cruzo en el camino lleno de sorpresas, uno mas de tantos en esta caja de pandora que Sudamérica nos abre.





Luego la tan esperada Medellín, modernísima y caleidoscópica, la biblia y el calefón abarcando lo social, lo arquitectónico, lo cultural, lo humano, todo ..
El diseño de la ciudad y la facilidad del transporte a cada punto nos deja maravillados por su organización, en solo 20 minutos desde lo mas alejado y alto de los morros se llega al centro neuralgico casi sin tocar tierra,  las bibliotecas como proyecto de cultura que alcanza a todos los sectores, las plazas como lugares habitables y de  encuentro con el otro, de tertulias y juegos de niños, que se van perdiendo en el individualismo de la modernidad y ya solo las visitamos para usar wifi gratis o fumar ensimismados, reivindicadas en los grupos de filosofía abiertos y añejos que continúan siendo cita asidua.
Y en ese cóctel de realidades múltiples transitamos la plaza Botero y  aparece nitidamente el tango cambalache describiendo lo bizarro de una convivencia armónica entre el arte, la prostitución, la droga en sus mas crudas postales, los turistas del mundo con la tradicional cámara al cuello, los vendedores ambulantes, los estafadores y la policía controladora con sus largas armas.












 



En esta ruta también la presencia de venezolanos migrantes estuvo enhebrada en cada paso y cada postal
Transitamos unos días  plenos de ascensos y descensos vertiginosos hacia Popayán, esa ciudad hermosa y blanca era el lugar fijado (desde Quito) como punto de encuentro con Jero y Guada, pero el uni no se quería perder la oportunidad de sorprendernos y organizo un cruce casi imposible en medio de una manifestación estudiantil entre corridas y gases lacrimogenos… a pura euforia brotaron los abrazos y las lagrimas inevitables de los gases.
Nos mudamos casi sin preámbulos a una convivencia divertida, con cama de 4 plazas en una  Quinta a las afueras y  allí cual elfos,  ogros y hobbits enfrentados en épicas luchas, perfeccionamos estrategias durante horas, y alternamos caminatas enormes entre cafetales y cerros…
















Partimos en cuarteto eligiendo las rutas mas desoladas rumbo norte y después de ser invitados a desayunar por un grupo ciclista que cruzamos, almorzar en un restaurante argentino, terminamos la jornada en una fiesta de cumpleaños con brindis, danzas y mariachis hasta que la lluvia decidió que nos quedáramos a dormir allí
El próximo destino era incierto pero entre idas y vueltas acabo el día a muy pocos km de donde habíamos partido, invitados esta vez a pernoctar en el ranchito de una pareja, el suizo y ella colombiana de pura cepa  que nos cruzaron en la plaza mientras merendábamos arroz.













Al día siguiente pedaleamos firme y a carcajada plena hasta Timba, una comunidad afro que estaba acabando una festividad de varios días
La imagen era nueva, la música estridente de cadencia suave, los bares dominaban cada metro de calle funcionando las 24, el desorden absoluto de varios días de embriaguez y danza esparcido en cada rincón …  y allí nos separamos de los chicos, Jero no se sentía en condiciones para seguir pues la fiebre lo dominaba y decidimos reencontrarnos en Cali..

La sensación predominante fue el calor y un sol abrasador y la primera imagen de la ciudad fue la inseguridad, pues equivocamos la calle de ingreso y lo hicimos a través de un “pozo” que es como le llaman a los lugares marginales, luego de esto Cali fue El rock sinfónico y la capital de la salsa, el estilo colonial y la arquitectura de Salmona,  nuestras clases de salsa , las caminatas a la vera del río con sus gatos como esfinges controlando su entorno revestidos de acuerdo a la imaginación de sus creadores, Y otra vez la biblia y el calefón en sus calles desde los pozos  hasta los privilegiados barrios y el centro histórico






Partimos nuevamente hacia el norte por la carretera de los ancianos, los longevos concentrados en el calor paupérrimo al lado del camino, mirando como todo pasa, extendiendo sus manos en busca de  una moneda… y luego los paisajes todos, interrumpidos por grandes armas, vamos reafirmando que el verdadero destino NO es un lugar, que siempre vamos nos descubrimos en el espejo de los horizontes que nos rodean.
En las panorámicas de esos días, la campiña se uniforma  con monocultivos de caña y el olor a alcohol de la cosecha, impregnando las rutas con la novedad (para nosotros) de los trenes cañeros.


En camino hacia el eje cafetero nos sorprendió un chaparrón estrepitoso y nos obligo a refugiarnos en la escuela de un poblado que no recuerdo el nombre en la compañía de una chica que bajo la lluvia gritaba sin cesar al son de los truenos “oh señor, el señor esta enojado, ay dios mio!” y esa mojadura extrema que nos puso de cara, al acomodar los petates, con la noticia que no teníamos mas $$

Entramos  a Salento  (la primera gran decepción en este intento de VOLVER a los lugares que nos impactaron) con el uso de todos los restos de energía… las rutas casi verticales contoneaban paisajes de ensueño,  para llegar a esta ciudad  colonial y colorida en pleno corazón del eje cafetero ya hoy devenida a Babel, pasamos luego  por Filandia también, para no dejar ninguna sugerencia sin visitar.






Y nos acostamos en Pereyra con el cuco de ese tremendo puente helicoidal entrecortando los sueños, balconeando posibles frustraciones desde nuestra ventana de hotel dormimos , y tan solo 24 hs después es una divertida  y grata experiencia  que parece antigua en la sucesión de anécdotas de este día
Llegamos a Santa Rosa  jadeando para trocar los planes de termas idílicas, por la charla cálida con doña Luz, el almuerzo en el mercado del pueblo y los miles de ciclistas del país arribando a la ciudad para competir y continuamos pedaleando hacia Chinchina al encuentro con Luis, después de varios años de habernos despedido allá en Rosario, ahora la promesa de cruzar nuestras rutas tan lejos de casa se volvió todo un festejo. Relajamos en casa de Hernando que se lucio como fantástico  anfitrión , estancamos ahí varios días de puro encuentro y vida apacible con  una excursión a Palestina, un pueblito literalmente colgado de las nubes para almorzar en un hotel por un caminito de ensueños, descubriendo los muchos tonos de verde y los cafetales en la abundancia de la tierra.
Las charlas en casa de Hernando fueron de lo mas sabrosas, Pablo tiene mucha afinidad con la música argentina y se armo hasta guitarreada con un integrante belga de la comunidad cicloviajera en el conjunto de cuerdas. 
  











Que lindo pertenecer a esta tribu sin fronteras que nos hermana y muestra las posibilidades de tantos mundos posibles.
Pasamos por La pintada para vivir unos días soñados en plena naturaleza cobijados por una familia super especial, donde entre verdes, cascada, río, animales, fuimos descubriendo Meraki ,esta casa campestre que nos lleno el alma y en la cual uno sintió esas ganas de querer un poco mas.







La ruta continuaba en subidas prolongadas que se coronaban en la cima con paisajes fantásticos y por la tarde llegamos a nuestro  parador, una vereda que nos hizo sentir en el vecindario de toda la vida… con casa propia por unas horas balconeando el río.
Luego Antioquia nos deslumbro, la plaza llena de colores, música, calor, armonía, paz, adultos, niños, vegetación, poemas, luces, y un cielo de otros mundos cubriéndolo todo, en el corazón del mas lindo pueblito colonial que enamora los sentidos. Tranquilidad y espacio sobre los adoquinados caminos que invitan a dejarse seducir por las rejas talladas en madera con detalles de finísimos calados, todo bañado en la diminuta iluminación navideña que le pone fiesta a las tradiciones.




Dejamos Santa fe de Antioquia para continuar nuestro derrotero donde encontramos un hombre, viajando en silla de ruedas en esa inclinación impertinente del terreno, bajo ese sol obstinado que todo lo vuelve pegajoso.. pesado..
Los primeros 12 km en 4 horas intensas de sudor y paisajes de postal acabaron con nuestro tesón y  ego… entonces el uni envió a Ivan , otro ángel del camino que nos acerco  hasta Apartado en medio de historias de vida.





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