Desde este lado de la
frontera cada persona nos encomienda a dios, cada cual al suyo, que es uno en
amor… y así con la protección de esta energía, vamos hilvanando paisajes geográficos y de los mejores paisajes humanos y sin proponernoslo vinimos a conocer Buga.. colonial, caluroso y
encantador, con una plaza central con arboles centenarios que dominan la vista
del lugar, un pueblito fuera de nuestra ruta que se cruzo en el camino lleno de
sorpresas, uno mas de tantos en esta caja de pandora que Sudamérica nos abre.
Luego la tan esperada Medellín,
modernísima y caleidoscópica, la biblia y el calefón abarcando lo social, lo arquitectónico, lo cultural, lo humano, todo ..
El diseño de la ciudad
y la facilidad del transporte a cada punto nos deja maravillados por su
organización, en solo 20 minutos desde lo mas alejado y alto de los morros se
llega al centro neuralgico casi sin tocar tierra, las bibliotecas como proyecto de cultura que
alcanza a todos los sectores, las plazas como lugares habitables y de encuentro con el otro, de tertulias y juegos
de niños, que se van perdiendo en el individualismo de la modernidad y ya solo
las visitamos para usar wifi gratis o fumar ensimismados, reivindicadas en los
grupos de filosofía abiertos y añejos que continúan siendo cita asidua.
Y en ese cóctel de
realidades múltiples transitamos la plaza Botero y aparece nitidamente el tango cambalache
describiendo lo bizarro de una convivencia armónica entre el arte, la prostitución, la droga en sus mas crudas postales, los turistas del mundo con
la tradicional cámara al cuello, los vendedores ambulantes, los estafadores y
la policía controladora con sus largas armas.
En esta ruta también la presencia de venezolanos migrantes estuvo enhebrada en cada paso y cada postal
Transitamos unos días plenos de ascensos y descensos vertiginosos
hacia Popayán, esa ciudad hermosa y blanca era el lugar fijado (desde Quito)
como punto de encuentro con Jero y Guada, pero el uni no se quería perder la
oportunidad de sorprendernos y organizo un cruce casi imposible en medio de una
manifestación estudiantil entre corridas y gases lacrimogenos… a pura euforia
brotaron los abrazos y las lagrimas inevitables de los gases.
Nos mudamos casi sin
preámbulos a una convivencia divertida, con cama de 4 plazas en una Quinta a las afueras y allí cual elfos, ogros y hobbits enfrentados en épicas luchas,
perfeccionamos estrategias durante horas, y alternamos caminatas enormes entre
cafetales y cerros…
Partimos en cuarteto
eligiendo las rutas mas desoladas rumbo norte y después de ser invitados a
desayunar por un grupo ciclista que cruzamos, almorzar en un restaurante argentino, terminamos la jornada en una fiesta de cumpleaños con brindis,
danzas y mariachis hasta que la lluvia decidió que nos quedáramos a dormir allí
El próximo destino era
incierto pero entre idas y vueltas acabo el día a muy pocos km de donde habíamos partido, invitados esta vez a pernoctar en el ranchito de una pareja,
el suizo y ella colombiana de pura cepa
que nos cruzaron en la plaza mientras merendábamos arroz.
Al día siguiente pedaleamos firme y a carcajada plena hasta Timba, una comunidad afro
que estaba acabando una festividad de varios días
La imagen era nueva,
la música estridente de cadencia suave, los bares dominaban cada metro de calle
funcionando las 24, el desorden absoluto de varios días de embriaguez y danza
esparcido en cada rincón … y allí nos
separamos de los chicos, Jero no se sentía en condiciones para seguir pues la
fiebre lo dominaba y decidimos reencontrarnos en Cali..
La sensación
predominante fue el calor y un sol abrasador y la primera imagen de la ciudad
fue la inseguridad, pues equivocamos la calle de ingreso y lo hicimos a través de un “pozo” que es como le llaman a los lugares marginales, luego de esto Cali
fue El rock sinfónico y la capital de la salsa, el estilo colonial y la
arquitectura de Salmona, nuestras clases
de salsa , las caminatas a la vera del río con sus gatos como esfinges
controlando su entorno revestidos de acuerdo a la imaginación de sus creadores,
Y otra vez la biblia y el calefón en sus calles desde los pozos hasta los privilegiados barrios y el centro histórico
Partimos nuevamente hacia
el norte por la carretera de los ancianos, los longevos concentrados en el
calor paupérrimo al lado del camino, mirando como todo pasa, extendiendo sus
manos en busca de una moneda… y luego
los paisajes todos, interrumpidos por grandes armas, vamos reafirmando que el
verdadero destino NO es un lugar, que siempre vamos nos descubrimos en el espejo
de los horizontes que nos rodean.
En las panorámicas de
esos días, la campiña se uniforma con
monocultivos de caña y el olor a alcohol de la cosecha, impregnando las rutas
con la novedad (para nosotros) de los trenes cañeros.
En camino hacia el eje
cafetero nos sorprendió un chaparrón estrepitoso y nos obligo a refugiarnos en
la escuela de un poblado que no recuerdo el nombre en la compañía de una chica
que bajo la lluvia gritaba sin cesar al son de los truenos “oh señor, el señor
esta enojado, ay dios mio!” y esa mojadura extrema que nos puso de cara, al
acomodar los petates, con la noticia que no teníamos mas $$
Entramos a Salento
(la primera gran decepción en este intento de VOLVER a los lugares que
nos impactaron) con el uso de todos los restos de energía… las rutas casi
verticales contoneaban paisajes de ensueño, para llegar a esta ciudad colonial y colorida en pleno corazón del eje
cafetero ya hoy devenida a Babel, pasamos luego por Filandia también, para no dejar ninguna
sugerencia sin visitar.
Y nos acostamos en Pereyra
con el cuco de ese tremendo puente helicoidal entrecortando los sueños,
balconeando posibles frustraciones desde nuestra ventana de hotel dormimos , y
tan solo 24 hs después es una divertida
y grata experiencia que parece
antigua en la sucesión de anécdotas de este día
Llegamos a Santa
Rosa jadeando para trocar los planes de
termas idílicas, por la charla cálida con doña Luz, el almuerzo en el mercado
del pueblo y los miles de ciclistas del país arribando a la ciudad para
competir y continuamos pedaleando hacia Chinchina al encuentro con Luis, después
de varios años de habernos despedido allá en Rosario, ahora la promesa de
cruzar nuestras rutas tan lejos de casa se volvió todo un festejo. Relajamos en
casa de Hernando que se lucio como fantástico
anfitrión , estancamos ahí varios días de puro encuentro y vida apacible
con una excursión a Palestina, un
pueblito literalmente colgado de las nubes para almorzar en un hotel por un
caminito de ensueños, descubriendo los muchos tonos de verde y los cafetales en
la abundancia de la tierra.
Las charlas en casa de
Hernando fueron de lo mas sabrosas, Pablo tiene mucha afinidad con la música
argentina y se armo hasta guitarreada con un integrante belga de la comunidad
cicloviajera en el conjunto de cuerdas.
Que lindo pertenecer a
esta tribu sin fronteras que nos hermana y muestra las posibilidades de tantos
mundos posibles.
Pasamos por La pintada
para vivir unos días soñados en plena naturaleza cobijados por una familia
super especial, donde entre verdes, cascada, río, animales, fuimos descubriendo
Meraki ,esta casa campestre que nos lleno el alma y en la cual uno sintió esas
ganas de querer un poco mas.
La ruta continuaba en
subidas prolongadas que se coronaban en la cima con paisajes fantásticos y por
la tarde llegamos a nuestro parador, una
vereda que nos hizo sentir en el vecindario de toda la vida… con casa propia
por unas horas balconeando el río.
Luego Antioquia nos
deslumbro, la plaza llena de colores, música, calor, armonía, paz, adultos,
niños, vegetación, poemas, luces, y un cielo de otros mundos cubriéndolo todo,
en el corazón del mas lindo pueblito colonial que enamora los sentidos. Tranquilidad
y espacio sobre los adoquinados caminos que invitan a dejarse seducir por las
rejas talladas en madera con detalles de finísimos calados, todo bañado en la
diminuta iluminación navideña que le pone fiesta a las tradiciones.
Dejamos Santa fe de
Antioquia para continuar nuestro derrotero donde encontramos un hombre,
viajando en silla de ruedas en esa inclinación impertinente del terreno, bajo
ese sol obstinado que todo lo vuelve pegajoso.. pesado..
Los primeros 12 km en
4 horas intensas de sudor y paisajes de postal acabaron con nuestro tesón y ego… entonces el uni envió a Ivan , otro ángel del camino que nos acerco hasta Apartado
en medio de historias de vida.
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