Subimos casi trepando hasta esta planicie de muchísimos km2 solo habitados desde siempre por los varios pueblos originarios, y aquí permanecimos algunos crepúsculos pedaleando, sin ver ciudades, sin electricidad, casi sin trafico vehicular en la carretera, y en un montón de otras "carencias" de modernidad que enaltecen la Gran Obra.
El paisaje impacta desde el primer pestañeo... esa multiplicidad de flores de todos los colores y formas extravagantes, todo lo abundante de vegetación exhibida en tamaño bien pequeño, pues quizás no quiere opacar la magnificencia de la sabana. Esas visiones alineadas a nuestra derecha y a la izquierda el cordón de perfiles inconfundibles, los macizos excéntricos, los dioses de estos pagos, los tepuy perpetuos.
Aparecen también en el decorado de esta vegetación pequeña, muchas lenguas de arena blanquisima e inexplicable que ciega la vista, nos hace detenernos una vez mas para desterrar la duda de que sea sal, pero no... arena! y otra vez la grandeza, el silencio, la vastedad del horizonte nos ponen siempre al pendiente de ver algún dinosaurio pasando despreocupado....
Aquí en los territorios de las formaciones mas antiguas de la tierra, la policía pemon porta arco y flecha como armamento, los caciques se eligen periódicamente, el idioma se mantiene como la gastronomía, autóctona y el tono de voz siempre es bajito, pues las leyendas dicen que los gritos enojan a los tepuy y su cólera es temida, se pide permiso para iniciar caminatas, se hace silencio cuando el sol se pone
Y luego, cada noche el cielo inmenso se queda sin espacio para mas estrellas en un espectáculo antiguo y magnético
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