La Ruta

sábado, 30 de junio de 2018

PERU o BIRU




En horas de la mañana, frente al Titicaca empezamos a despedirnos de Copacabana emprendiendo rumbo a la frontera, que a cada vuelta de pedal nos acercaba a Kasani y asi internarnos en el Perú. Rápidamente hicimos los papeles y sellado del pasapaporte que nos permitieron rodar las “pistas” de esta nación.




Inmediatamente el paisaje se transformo, no por lo geográfico sino por lo humano, geográficamente el lago siguió a nuestra derecha por momentos siendo todo horizonte, con la isla del sol rompiendo la monotonía del agua y al frente una ruta plana con sembradíos de papas vaya a saber que variedades y plantíos de cereales, en lo humano si fue la sorpresa, a nuestro paso personas que trabajaban el campo  saludaban y deseaban buen viaje, con sonrisas anchas. Estábamos en la provincia de Yunguyo y los pueblos se sucedían , uno tras otro, Queñuami, Cunuropi, Chimbo, Pomata y en todos se repetía esta imagen, trabajando la tierra artesanalmente,  hombres y mujeres  a la par.





Cerca de Chimbo nos llego la primera sorpresa, fuimos invitados a ver la cosecha de papa, detuvimos el andar y nos recibió Don Alberto,  que junto a unas mujeres y otros hombres trabajaban estas tierras, sus pies descalzos y sus manos rugosas tenían la apariencia de ser  uno con la tierra y un rostro donde no se podía descifrar edades. Nos llevo a un costado donde desde la misma tierra saco unas papas, aun calientes y nos invito a comerlas, inmediatamente se nos acerco un muchacho  ofreciéndonos queso. Se  trataba de una manera rustica de cocinar, Pachamanka, y la papa cocida de esta manera es Huatia, consiste en hacer con terrones de tierra un horno, al cual con ramas secas se lo caliente hasta que la tierra del mismo esta casi roja, se retira las brasas y dentro se colocan las papas y se derrumba el horno y se lo cubre con tierra y luego de media hora todo esta cocido.





Todo esto fue una experiencia enriquecedora y emotiva, personas que sin mas compartían sin pedir nada a cambio.
Continuamos rodando por la pista  y aun conmovidos por lo pasado llegamos a Juli,  decidimos quedarnos y aquí llego otra sorpresa, una fiesta, la celebración del patrono de la ciudad, donde la música de distintas bandas, los colores de distintos trajes y gente de todas la edades participaban con alegría en sus danzas folclóricas, la ciudad estaba vestida de colores en su gente que tornasolaban la plaza de armas con sus movimientos.









Puno ya estaba mas cerca, la ruta confortable para el pedaleo, el Titicaca que nos siguió acompañando regalándonos horizontes cambiantes, las poblaciones que seguían sucediéndose y nos daban al paisaje los  colores de sus mercados  y así llegamos a Ilave, capital del pueblo Aymara y que debe su nombre a hilar con ruca, ya que era el centro de comercio de los tejidos en lana de llama y alpaca.
Chucuito fue la siguiente población, donde aparecieron las primeras ruinas de un templo incaico, sus casas en piedra llamaban la atención remitiéndonos a un mundo precolombino.









Y luego si, llego Puno a orillas del gran lago donde habitan los Urus con sus islas flotantes de totora que en el pasado hablaban varias lenguas y actualmente solo sobrevive la lengua chipaya y el resto adopto la lengua aymara. Aquí nos recibió el frió intenso y al segundo día lluvias, y que al estar sin equipos adecuados nos llevo a decidir partir hacia El Cuzco o El Cusco o EL Qosqo la gran capital del imperio inca.







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